Hola amigos y bienvenidos un mes más.

El mes pasado fue todo un éxito, Gante llegó a todas vuestras patatas (véase, corazones). Es súper importante que lo leas porque estamos haciendo el derbi Gante-Brujas y como aquí no hay empate que valga toca mojarse (e informarse claro). Este mes la otra cara de la moneda, Brujas. No puedo esperar más, así que…

INCISO: aunque os voy a contar esto como si fuera un solo día, todo esto está pensado para 2. Es imposible verlo todo en solo 24h…FIN DEL INCISO.

¡EMPEZAMOS!

Como su propio nombre indica, Brujas, es magia. Tanta, que una vez que entras, ya nunca más querrás salir. Como sé que siempre creéis que exagero y que todo me parece bonito y blablablá (como os gusta desconfiar de mí eh) os lo voy a demostrar…

Primera parada, Grote Markt, corazón de Brujas. Más comúnmente conocida como la plaza del mercado (típico que por momentos te interese más el puesto de gofres que los monumentos).

Esta enorme plaza está rodeada por edificios perfectamente combinados a cada cual más bonito y coronada por el Belfort. (No, no es que se escapara de Gante), como comprobaréis hay un Belfort en cada gran ciudad belga. Por supuesto, no pude resistirme a subir y disfrutar así de las mejores vistas de la ciudad. Os lo recomiendo, merece mucho la pena. Además, otra recomendación, es que paréis a tomaros una coca-cola en el museo de la plaza ya que tiene una terraza ideal desde la que sacar unas buenas fotos o simplemente disfrutar de las vistas.

Salimos de una plaza para meternos en otra, la plaza Burg. Igual de bonita aunque más pequeña. Aquí encontrarás varios puntos para tachar de tu lista de “cosas que ver”. Para empezar el Stadhuis o ayuntamiento. Es el más grande y vistoso. Su fachada está llena de relieves y banderas y su puerta transitada por todo tipo de caballos (soy tan gafe que justo en la foto no se ve ni un solo caballo, pero hay muchos siempre ¡que conste!). Para seguir está el Palacio de la Justicia, que si queréis podéis verlo por dentro. Yo no lo hice así que no podría deciros si por dentro tiene tan poca gracia como por fuera, el contraste entre el ayuntamiento y el palacio es demasiado…

Eso sí, la Basílica de la Santa Sangre os hará recuperar de nuevo la ilusión. Es un edificio pequeño pero que no pasa desapercibido. Tiene una fachada preciosa que da el cante totalmente y que grita “ven a verme ahora mismo”.

La última parada de la plaza es el Callejón del burro ciego. A parte de ser bastante bonito, al fin y al cabo no es más que un arco, tiene una historia curiosa detrás. Resulta, que su nombre viene de que junto al canal había un molino tirado por un burro al que le tapaban siempre los ojos para que su trabajo no se le hiciera monótono (curioso es, eficaz no sé yo…).

Es hora de continuar nuestra ruta, esta vez tendremos que caminar un poco más. Os recomiendo que no seáis vagos, coger transporte no merece la pena, así podéis ir dando un paseo por la preciosas calles de ciudad.

Caminando un poco llegamos al Muelle del Rosario. Un lugar de ensueño sin ningún tipo de historia pero al que todos los turistas acuden en busca de la foto perfecta. Es una combinación entre postureo y sentido común, porque perderte un sitio tan increíble es no tener demasiado. Mira tú mismo…

Para seguir, paramos en el hospital San Juan, uno de los más antiguos de Europa y que ahora se ha convertido en museo. No os voy a engañar, yo no iría salvo que tengáis curiosidad por ver cómo era una farmacia en la Edad Media. Os dejo por aquí una foto de la farmacia, es lo más interesante, ya que el resto son fotos y aparatos médicos de la época.

Justo en frente, la Iglesia de Nuestra Señora, esta sí que deberíais visitarla. Por fuera no destaca mucho (básicamente porque hay tantos árboles alrededor que parece eso la selva) pero por dentro es totalmente impresionante. Sin duda lo mejor, para mí, las bóvedas del techo y las estatuas de las columnas. Además allí está La Madonna de Miguel Ángel (la virgen, no la cantante eh). A parte de ser bastante conocida y digna de ver resulta difícil ver obras de Miguel Ángel fuera de Italia y, ya que estás por aquí, no ir a verla es una pena.

Ahora sí, nos vamos hacia las “afueras” (tranquilidad, son 30min de paseo como mucho). Por el camino, vemos Beginhof, un beaterio inundado por un silencio sepulcral que te hará respirar una paz increíble. A pesar de no ser lo más sorprendente de la ciudad creo que es importante que vayáis ya que es súper curioso y seguramente muchos nunca habéis estado en uno (insertar aquí emoticono levantando la mano).

Acabamos esos 30min de paseíto llegando a los molinos tradicionales de Brujas. A parte de ser gigaaantes a mí personalmente me hizo mucha ilusión subir a uno y ver lo alto que estaba (en verdad lo más guay era subir las escaleras que ponían en peligro tu vida). Un sitio donde tumbarte a descansar, pensar y disfrutar del momento.

Y por último, volvemos al centro para ir a ver el sitio que me moría de ganas de ver desde el momento en el que supe que existía, el museo de la patata frita. Quien me conoce lo sabe, si hay algo me gusta en el mundo son las patatas y como esta es la ciudad con “las mejores patatas fritas del mundo” no podía perderme su museo (entre “ “ porque las he probado mejores, que no se engañen…). Siendo sincera, salvo que seáis tan frikis como yo, ahorrároslo. A parte de Señores Patata y freidoras tiene poca cosa… (que conste que me costó levantar cabeza de esta desilusión, yo con las patatas no bromeo).

Y hasta aquí por hoy, con una buena fuente de patatas deseo que os haya gustado y que ya tengáis a vuestro ganador, Gante o Brujas. El mes que viene os espero aquí con una nueva ciudad belga y algún que otro chiste, para variar.

¡Nos vemos!.